Heidelberg 74: Somos Hijos de Abraham

74. ¿Deben los niños también ser bautizados?

“Sí, ya que pertenecen al Pacto y al pueblo de Dios, al igual que sus padres, y dado que la redención del pecado a través de la sangre de Cristo y el Espíritu Santo que obra la fe les son prometidos no menos que a sus padres, ellos también, mediante el bautismo, como señal del Pacto, deben ser injertados en la Iglesia Cristiana y diferenciados de los hijos de los incrédulos como se hacía en el Antiguo Testamento con la circuncisión, en lugar de la cual se instituyó el Bautismo en el Nuevo Testamento.” (Catecismo de Heidelberg).

Los Cristianos que confiesan la fe Reformada en Norteamérica lo hacen en un contexto que es dominado mayormente por dos grandes grupos religiosos: evangélicos Bautistas y Católicos Romanos. La gran mayoría de los 60 millones de evangélicos en Norteamérica mantienen una versión Bautista del entendimiento de la continuidad entre Abraham y el nuevo pacto. Muchos de ellos pueden no asistir a congregaciones que se autodenominen “Bautistas” pero asumen posiciones Bautistas y tienen una hermenéutica Bautista (forma de leer las escrituras). Estas suposiciones son tan dominantes e influenciales que muchos evangélicos nunca han conocido a otro cristiano creyente en la Biblia que no comparta sus suposiciones y convicciones. Muchos de los llamados “Jóvenes, Inquietos, y Reformados” evangélicos, que se identifican con algunos aspectos de la teología y piedad Reformada rechazan la teología del pacto, la doctrina Reformada y Presbiteriana sobre la iglesia, y la práctica Reformada y Presbiteriana de los santos sacramentos. Como consecuencia, para muchos, el adjetivo “Reformado” ha llegado a ser redefinido y reducido para representar la doctrina de la predestinación. Esto se hace con tanta frecuencia ahora que, en algunos lugares, es considerado descortés recordarle a la gente que la nueva definición es una revisión radical de la comprensión original e histórica del adjetivo Reformado. Hasta la década de 1950, era universalmente entendido que el adjetivo “Reformado” representaba todo un cuerpo de doctrina, una piedad (una forma de relacionarse con Dios), y un conjunto de prácticas una de las cuales es el bautismo infantil (paidobautismo). Que pudiera vivir bajo la bandera Reformada entendimientos antitéticos de la práctica de los sacramentos era desconocido incluso para los Bautistas hasta mediados del siglo 20. En breve, la nomenclatura “Bautistas Reformados” y la redefinición asociada del adjetivo “Reformado” es un fenómeno muy reciente. Sobre esto ver “Recuperando la Confesión Reformada”.

Hay aproximadamente 75 millones de Católicos Romanos en los Estados Unidos y un número creciente de ellos provienen de Centroamérica, donde la principal alternativa Cristiana a Roma es el Pentecostalismo. Estadísticamente, cuando los evangélicos piensan en el bautismo infantil es más probable que piensen en la doctrina y piedad Católica Romana. En mi experiencia, puede ser difícil para los evangélicos y los Cristianos Romanos imaginar el bautismo infantil de otra manera. Así, muchos evangélicos sospechan que la práctica Reformada del bautismo infantil es simplemente un remanente de la teología y práctica Romanista la cual los Cristianos Reformados y Presbiterianos no han podido desprenderse. Esta sospecha tiene su origen en la acusación hecha por los Anabautistas en contra de los Reformados en el siglo 16 y ha persistido durante siglos. Desafortunadamente, la forma en que supuestos Reformados (por ejemplo el movimiento autodenominado Visión Federal) han explicado el bautismo ha dado cierta base para tal sospecha. La confesión de las iglesias Reformadas y Presbiterianas es decir, su interpretación oficial de la Escritura, sin embargo, es bastante clara. No bautizamos a los hijos de los creyentes porque creemos que necesariamente confiere nueva vida (regeneración bautismal) o porque funciona automáticamente (ex opere operato). Bautizamos a los hijos de los creyentes por la misma razón que Abraham circuncidó a los hijos de los creyentes: porque Dios lo ordenó y adjunto promesas a la administración externa del pacto de gracia.

“En cuanto a mí, he aquí, mi pacto es contigo, y serás padre de multitud de naciones.Y no serás llamado más Abram; sino que tu nombre será Abraham; porque yo te haré padre de multitud de naciones.Te haré fecundo en gran manera, y de ti haré naciones, y de ti saldrán reyes. Y estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia después de ti, por todas sus generaciones, por pacto eterno, de ser Dios tuyo y de toda tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán como posesión perpetua; y yo seré su Dios. Dijo además Dios a Abraham: Tú, pues, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti, por sus generaciones.” (Genesis 17:4-10)

Desde el segundo siglo, teólogos Cristianos (por ejemplo, Bernabé, Justino Martír e Ireneo) y iglesias han argumentado repetidamente que, aunque el pacto Mosaico fue temporal e ilustrativo de las realidades futuras, es decir, tipológico, el pacto Abrahámico era permanente en una manera que el pacto Mosaico (antiguo) nunca fue destinado a ser. Los Reformados heredaron esta manera de entender la historia redentora. Abraham no es Moises. Esa distinción entre el papel que Abraham desempeñó en la historia de la redención y el papel especial y temporal que Moisés desempeñó, a menudo se pasa por alto y especialmente cuando se trata del bautismo. Dios estableció un pacto de gracia con Adán y lo renovó con Noe, Abraham, Moisés, y David y los administró bajo tipos (ilustraciones de realidades futuras) y sombras (anticipaciones de realidades futuras) a lo largo de la historia redentora. Sin embargo, hubo diferencias. La manera en que Dios administró el pacto de gracia bajo Moises y David fue diferente porque la administración estaba vinculada a un sistema nacional temporal y un sistema sacrificial. Cuando, a través del profeta Jeremías (Jer 31), el Señor prometió un nuevo pacto, a menudo se asume que el nuevo pacto está en contraste con Abraham, pero no es así como el Nuevo Testamento lo menciona ni como Jeremias lo expresó. El nuevo pacto se contrasta con Moises, no con Abraham, quien es repetidamente mencionado como el padre de todos los creyentes en el Nuevo Pacto (por ejemplo, Romanos 4; Gálatas 3; Gálatas 4; Hebreos 11).

El Apóstol Pedro asume una continuidad fundamental de la administración del pacto de gracia cuando le dijo a los hombres Judios, cabezas de hogar, en Pentecostés: “Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos y para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llame” (Hechos 2:39). Esta fue una reafirmación de la promesa del pacto de gracia hecha con Abraham y reiterada en los Profetas. Lo que Pedro asumió y lo que la iglesia Cristiana asumió hasta el surgimiento del movimiento Anabautista (1520) y lo que Cristianos Reformados confiesan es que hay una distinción entre la sustancia del pacto de gracia y su administración. La cuestión de si los infantes deben ser bautizados es respondida con esa distinción. Si uno recibe la sustancia del pacto de gracia es en última instancia, debido a la elección incondicional y eterna de Dios en Cristo. Si los hijos de los creyentes deben ser iniciados visiblemente en la comunidad del pacto que confiesa a Cristo no está determinado por otra cosa que el mandato divino de iniciar a los hijos en la comunidad del pacto y su promesa de ser un Dios para los creyentes y para sus hijos.

¿Es esto una garantía de que todos los hijos de los creyentes llegarán a tener fe? No, pero nunca fue una promesa tal. La primera persona en recibir la iniciación infantil en la comunidad visible del pacto fue Ismael. Esau fue iniciado y sabemos por Romanos 9 que él fue reprobado. No somos racionalistas. No intentamos buscar el decreto divino detrás de la promesa y la administración. Creemos la promesa. La administramos como Él ha mandado. Confiamos en que El ejecute Su decreto según Su buen placer. Oramos por nuestros hijos del pacto, los catequizamos y los llamamos a una fe personal en Jesus el Salvador. El bautismo no confiere salvación sobre ellos más de lo que la circuncision confirio sobre Ismael y Esau. Sin embargo, fueron iniciados. Dios también salvó a algunos de los que fueron iniciados, por ejemplo, Isaac.

Entiendo que el bautismo infantil, especialmente en estos términos, puede ser desconocido. Si es la primera vez que visitas el Heidelblog, por favor, mira las publicaciones anteriores en esta serie sobre los sacramentos y el bautismo. Si es tu primera vez aquí, y si nos has leído los demás artículos enlazados en esta publicación, por favor hazlo antes de hacer preguntas, porque la primera pregunta que haré es si has leído los artículos enlazados. Para estar seguro, algunos de los enlaces son grupos (categorías) de publicaciones. Si sigues estos enlaces, encontrarás muchos recursos que te ayudarán a trabajar estas preguntas y ver como las iglesias Reformadas y Presbiterianas confesionales entienden el bautismo infantil.

Todas las publicaciones sobre el Catecismo de Heidelberg.

© R. Scott Clark. Todos los Derechos Reservados.

Editor’s Note: This article was translated by Devon Machado.

This article in English.


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  • R. Scott Clark
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    R.Scott Clark is the President of the Heidelberg Reformation Association, the author and editor of, and contributor to several books and the author of many articles. He has taught church history and historical theology since 1997 at Westminster Seminary California. He has also taught at Wheaton College, Reformed Theological Seminary, and Concordia University. He has hosted the Heidelblog since 2007.

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