Las iglesias de la Reforma tienen algunos lemas maravillosos llenos de verdades importantes. Sin embargo, a veces, estos lemas pueden ser tergiversados, malinterpretados y malentendidos. Con la posible excepción de sola Scriptura (solo la Escritura), ninguno de estos lemas ha sido distorsionado con más frecuencia y con mayores problemas que ecclesia reformata, semper reformanda (la iglesia reformada, siempre reformándose). Según el historiador Michael Bush, gran parte de lo que creemos saber sobre este lema probablemente sea incorrecto.
La frase no es del siglo dieciséis. He investigado cientos de documentos en varios idiomas de los siglos dieciséis y diecisiete, y la frase ecclesia reformata, semper reformanda no aparece en ellos. Tampoco aparece la frase semper reformanda (siempre reformándose). Ciertamente, los escritores reformados hablaban de una «Iglesia Reformada» y de la necesidad de la reforma. Pero hombres como Calvino, que publicó un tratado sobre la necesidad de la reforma en 1543, no usaron la frase. El ministro reformado holandés Jodocus van Lodenstein (1620-77) utilizó por primera vez algo parecido en 1674, cuando yuxtapuso «reformado» a «reformador», pero no dijo «siempre».
El teólogo reformado holandés Jacobus Koelman (1632-95) expresó ideas similares y se las atribuyó a su maestro Johannes Hoornbeek (1617-66), quien a su vez fue discípulo del gran Gisbertus Voetius (1589-1676). Ninguno de ellos añadió la frase secundum verbum Dei (según la Palabra de Dios). La fuente de esa frase es casi con certeza el profesor del Seminario de Princeton del siglo XX, Edward Dowey (1918-2003).
Van Lodenstein y los demás formaban parte de una corriente de pensamiento en los Países Bajos que estaba estrechamente relacionada con la teología, piedad y práctica reformadas inglesas representadas por escritores como William Perkins (1558-1602) y William Ames (1576-1633). Se identificaban como parte de una «Reforma Adicional» (Nadere Reformatie). Al igual que Perkins,Ames, los teólogos de la Asamblea de Westminster (1643-48) en las Islas Británicas y el gran Sínodo internacional de Dort (1618-19), esta escuela de pensamiento se preocupaba de que la Iglesia no volviera a caer en el error y la oscuridad. Quería que la Iglesia siguiera persiguiendo la pureza de doctrina, piedad y culto.
La frase completa ecclesia reformata, semper reformanda secundum verbum Dei (la iglesia reformada, siempre reformándose según la Palabra de Dios) es una creación posterior a la Segunda Guerra Mundial. Recibió un nuevo impulso por el teólogo modernista Karl Barth (1886-1968), quien usó variaciones de la frase con frecuencia. Las denominaciones presbiterianas principales (liberales) a veces han utilizado variaciones de esta frase de manera oficial.
Como se suele entender la frase
En efecto, la frase suele entenderse como «la iglesia está reformada pero necesita cambios en varias formas». Frecuentemente se invoca como una forma de expresar insatisfacción con la teología reformada tal como es recibida y expresada por las iglesias reformadas en las confesiones reformadas (por ejemplo, la Confesión Belga, 1561; el Catecismo de Heidelberg, 1563; los Estándares de Westminster, 1648). Así, en 1967, la Iglesia Presbiteriana Unida en los EE. UU. rechazó la comprensión histórica cristiana y reformada de que la Escritura es la Palabra de Dios escrita, inerrante (no erra) e infalible (no puede errar). Irónicamente, bajo el malentendido moderno de la frase la iglesia reformada, siempre reformándose, la denominación se alejó de la visión reformada y adoptó una visión enseñada por el anabaptista radical Thomas Müntzer (1489-1525) que los Reformadores conocían y rechazaron.
Cuando Calvino y los demás escritores reformados usaron el adjetivo «reformado«, no pensaron que era algo que nunca se pudiera lograr. A finales de su vida, Calvino comentó a los otros pastores en Ginebra que las cosas estaban bastante bien constituidas y les exhortó a no arruinarlas. Ellos pensaban y hablaban de la reforma de la iglesia no como una meta imposible de alcanzar en esta vida, sino como algo que ya se había logrado o que se podía lograr porque creían que la Palabra de Dios era lo suficientemente clara. Es decir, lo que debe ser conocido para la vida de la iglesia puede ser conocido y, con la ayuda del Espíritu de Dios y sólo por la gracia de Dios, se podían hacer cambios (y se estaban haciendo) para poner la doctrina, la piedad y la práctica de la iglesia en conformidad con la voluntad de Dios revelada en las Escrituras. Por eso escribieron órdenes eclesiásticas y adoptaron confesiones, porque creían que la reforma era una tarea grande pero finita.
No imaginaban que la teología, piedad y práctica de la iglesia Reformada según las Escrituras fueran inherentemente deficientes y necesitaran ser complementadas por otras tradiciones. A diferencia de muchos hoy que invocan estas palabras, los Reformados no veían la reforma como una justificación para el eclecticismo, tomando un poco de esto y un poco de aquello para un guiso teológico-eclesiástico. Sin embargo, no eran estrechos. Eran católicos (universales) en su teología, piedad y práctica. Buscaban reformar la iglesia según las Escrituras, pero prestaban mucha atención a la forma en que los primeros padres leían y aplicaban las Escrituras y, cuando esas interpretaciones resistían el escrutinio (sola Scriptura), las adoptaban o restauraban.
Un ejemplo de su abuso
Otro de los abusos más perniciosos del lema semper reformanda en los últimos años es su invocación por parte de los adeptos del movimiento de la Visión Federal. El adjetivo federal en este contexto no tiene nada que ver con la política civil, sino que se refiere a la teología reformada del pacto. Los defensores de la Visión Federal adoptaron este nombre para su movimiento con el fin de resaltar la necesidad de cambiar la teología reformada o de recuperar una versión anterior, según a cuál de ellos se pregunte. Están de acuerdo, sin embargo, en que toda persona bautizada recibe una elección temporal y condicional, regeneración, justificación, unión con Cristo, adopción, etcétera. Después del bautismo, depende del cristiano hacer su parte para retener lo que le fue dado por gracia. Hablan de la «objetividad del pacto». Normalmente no aceptan la distinción reformada entre los pactos de obras y de gracia, entre ley y gracia, o entre ley y evangelio. Rechazan la doctrina reformada de que hay dos formas de comunión en la comunidad visible del pacto (la iglesia): interna y externa. Según la Visión Federal, nadie es finalmente regenerado, elegido o justificado hasta el último día. Ellos redefinen o se burlan de la comprensión histórica de la justificación por el solo favor divino (sola gratia) a través de la sola fe (sola fide) como «creencia fácil». Al igual que los modernistas que nos retrotraerían a los anabaptistas en la doctrina de las Escrituras, los defensores de la Visión Federal pretenden retrotraernos a la pre-Reformada en la doctrina de la salvación, y al hacerlo invocan el lema ecclesia reformata, semper reformanda.
Cuando Calvino y otros en los siglos dieciséis y diecisiete escribieron acerca de la iglesia reformada y de la necesidad de reformar la iglesia, estaban expresando su conciencia de que, debido al pecado y sus efectos, la iglesia tiende hacia la corrupción. En apenas unas décadas de recuperar el evangelio de la aceptación gratuita por parte de Dios a través de la fe sola, los protestantes casi perdieron esa preciosa verdad en la década de 1550. La reforma puede lograrse y se ha logrado en esta vida, pero no es fácil conservarla. Para finales del siglo diecisiete en Ginebra, la iglesia había disfrutado del ministerio de algunos de los ministros y profesores más valientes de la Reforma: Guillermo Farel, Juan Calvino, Pierre Viret, Teodoro de Beza y Francis Turretin, por nombrar solo a algunos. Sin embargo, a principios del siglo dieciocho, la Reforma estaba virtualmente extinta en Ginebra y aún no se ha recuperado del todo.
Conclusión
Hay mucha verdad en el lema la iglesia reformada, siempre reformándose, pero nunca se pretendió que se convirtiera en una licencia para corromper la fe Reformada. Deberíamos entenderlo y usarlo como un recordatorio de nuestra propensión a alejarnos de esa teología, piedad y práctica enseñadas en las Escrituras y confesadas por la iglesia. Ciertamente, nuestras confesiones son reformables. Los protestantes estamos vinculados a la Palabra de Dios como la carta y la regla objetiva de la fe y la práctica cristianas. Si alguien descubre un error en nuestra teología, piedad o práctica, estamos obligados por nuestras propias confesiones y órdenes eclesiásticas a escuchar un argumento de la Palabra de Dios. Si ese argumento prevalece, debemos cambiar nuestra comprensión o nuestra práctica. Pero no deberíamos, bajo el amparo de este lema del siglo diecisiete, subvertir lo que las Escrituras enseñan por una Reforma continua e interminable que nos aleje del corazón y el alma de lo que confesamos.
NOTAS
- Los subtítulos no hacen parte del artículo original, se publica así para hacer la lectura más fácil.
Translated by Catolicismo Reformado.
This article in English.
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